lunes, 13 de enero de 2020

Mi experiencia en el 6to Conteo Navideño de Aves de Quito

Son las 5:00 de la mañana de un domingo 15 de diciembre del 2019. Suena mi despertador y ni siquiera se me ocurre aplazar la alarma. Me visto con ropa abrigada de colores tierra y zapatos cómodos. En mi mochila llevo mis binoculares, mi cámara de fotos, mi botella reusable llena de agua y algunos sándwiches para más tarde. Es un domingo de diciembre un poco brumoso y frío. Todos los participantes nos reunimos en el punto de encuentro, luego nos dirigimos al Cañón del Río San Pedro donde empezará el 6to Conteo Navideño de Aves de Quito correspondiente a la Ruta 8. Somos tres personas, Erika a quién conocimos el día anterior en el INABIO durante la charla de apertura, Daniel quien es nuestro líder de ruta y yo. Estoy ansiosa por empezar y sumergirme en esta aventura. 

A las 6:00 de la mañana, una vez en el cañón inicio mi lista de aves utilizando la aplicación llamada “e-Bird”, allí registro datos importantes como fecha de inicio, hora, ubicación, clima y altura. ¡Me siento toda una científica ciudadana contribuyendo con mi granito de arena a esta causa! Debo registrar a los individuos de cada especie de ave observada con una gran responsabilidad, ya que con los datos que recopilemos durante este censo, científicos ecuatorianos estudiarán a las poblaciones de aves urbanas de la ciudad de Quito.

Erika y yo, iniciando el conteo en el Cañón del Río San Pedro - Foto por: Daniel Arias.
Cañón del Río San Pedro - Conocoto - Foto por: Daniel Arias.

Un coro matutino nos da la bienvenida y nuestro líder de ruta, Daniel, se apresura a identificar a cada uno de los miembros de esta sinfonía alada. Existe un sonido especial producido por un ave que se escucha tan cercano que empezamos a mirar detalladamente cada arbusto, sin poder encontrarlo. Mientras lo seguimos buscando, Daniel nos muestra en su celular una imagen muy clara del ave que estamos escuchando. La imagen proviene de la aplicación gratuita llamada “Merlin” donde además de existir varias fotografías de esta especie también nos permite escuchar una grabación de su canto. Al hacerlo el ave responde inmediatamente. Siento que pronto vamos a poder verla. Esperamos unos segundos más y nuestra paciencia tiene su recompensa: entre arbustos y casi al nivel del suelo vemos salir al Matorralero Cejigrís (Arremon assimilis). No es necesario sacar mis binoculares, el ave está tan cerca que puedo distinguir sus colores y formas a simple vista. Se parece a un gorrión, tiene una garganta blanca, cejas grises y alas color verde oliva. Es realmente inspirador, estamos completamente conectados con la naturaleza y sorprendidos observando cada detalle de esta hermosa ave.
App Merlin en acción - Foto por: Jennifer Romero.

Matorralero Cejigrís (Arremon assimilis- Foto por: Ronny Matamoros.

Nos despedimos de nuestro primer registro. Seguimos caminando por el cañón, y observamos otras especies de aves como: gallinazos, gorriones, mirlos, colibríes “guerreros” (solo pasaban peleando con sus adversarios), un precioso vaquero brilloso, dos tangaras pechicanelas, las cuales me roban el aliento, son muy hermosas. La lista continua entre pájaros brujos, pirangas rojas y un colaespina de Azara. ¡Guau! Esto es maravilloso.

Quinde Herrero (Colibri coruscans) - Foto por: Jennifer Romero.

Alrededor de las 9:00 de la mañana siento que el tiempo no ha pasado. Es hora de recibir la visita de una participante muy especial, mi sobrina Isabella. Ella tiene apenas 6 años, de hecho, es el día de su cumpleaños y qué mejor regalo que una pajareada urbana con su tía aventurera. Isabella rápidamente se une a nuestro equipo y con la ayuda de un telescopio empieza a observar en detalle a un llamativo Quilico (Falco sparverius). Le pido que me describa en voz alta lo que ella ve: “tamaño parecido a un mirlo, con pico grueso y garras largas” me dice. El ejercicio de describir con la voz al ave que uno ve hace que sea más fácil recordar y conectar con el ave. Luego hicimos lo mismo con una torcaza y un mirlo. Isabella sonríe y disfruta cada segundo, a pesar del sol intenso, está decidida a encontrar más aves.


                                         
Posteriormente nos dirigimos al Reservorio de Guangopolo, un humedal artificial de casi 8  hectáreas de superficie. Allí nos reciben varias especies de patos, golondrinas y muchos pinzones sabaneros azafranados (Sicalis flaveola). Podríamos quedarnos aquí todo el día, es un sitio especial ya que en los últimos años se ha convertido en un refugio para muchas aves residentes e incluso varias especies migratorias las cuales viajan miles de kilómetros desde EE. UU. y Canadá para evitar el frío invierno boreal. Por estas razones es importante que este sitio sea conservado y cuidado. Es hora del almuerzo, recargamos energías, nos despedimos de Erika e Isabella con la promesa de organizar muy pronto una nueva pajareada juntas.

Anade Cariblanco (Anas bahamensis) - Foto por: Jennifer Romero.
Daniel, Isabella,yo y Erika observando patos en el Reservorio de Guangopolo - Foto por: Daniel Arias.
Siendo las 3:00 de la tarde, continuamos con el recorrido, nuestra última parada fue el Parque Metropolitano de La Armenia, entre rayos, truenos y pasos apresurados a causa de una tormenta, fuimos en búsqueda del Carpintero Serrano (Colaptes rivolii). Inicialmente escuchamos a lo lejos su canto, luego lo vimos volar lejanamente, lo perdimos un momento y al fin lo vimos perchado en lo alto de una rama de un viejo pino. Lo vimos exactamente como lo imaginaba: con su peculiar toc-toc subiendo por los troncos de los árboles. Lo observamos durante algunos segundos hasta que la naturaleza con una lluvia torrencial dio por terminado este censo de aves. El hermoso color carmesí de su dorso quedará impreso para siempre en nuestras mentes.

Carpintero Serrano (Colaptes rivolii) - Foto por: Francesco Veronesi.
Una vez terminado el censo llenamos las hojas de registro de especies que serán entregadas al día siguiente a los organizadores de este evento. Los resultados finales serán publicados en el mes de febrero del 2020.

El censo navideño ha finalizado, pero las ganas de seguir pajareando apenas comienzan; esta es la entrada a un nuevo mundo, donde los cantos, los colores y las formas diversas de las aves se entrelazan con sonrisas, nuevos amigos y nuevas rutas por conocer y descubrir.


jueves, 2 de enero de 2020

Conteo Navideño

Primeramente, Aves Quito desea a todos un feliz nuevo año!! 
Para terminar el año 2019, el día 15 de Diciembre Aves Quito organizó el Conteo Navideño urbano de aves. Desde 2015 se lleva a cabo este evento para contar las aves urbanas en diferentes sectores de la ciudad y los valles. Así se puede seguir las poblaciones de las aves quiteñas y saber si están disminuyendo, creciendo o estables. Es un evento de ciencia ciudadana, ya que son voluntarios que cuentan todas las aves en su ruta. 
Mi ruta fue la de Sangolquí; desde el monumento del Choclo por el parque lineal Santa Clara a San Luis Shopping y luego del parque de San Rafael a la Bocatoma, cerca al Puente 9 de la autopista Rumiñahui. De los 10 participantes inscritos, solamente 3 asomaron el día del conteo a las 6 AM. Me imagino que a los otros les costó levantarse tan temprano. 
Empezamos a contar en el parque Santa Clara, un parque pequeño pero lindo a lo largo del Río Santa Clara. Vimos Huiracchuros, Mirlos, Gorriones, Pinchaflores, Pájaros Brujos, Eufonias, y escuchamos a Matorraleros. 
Eufonia Lomidorado macho
Autor: José Paucar
El ave más numerosa de la ruta fue el Quinde Herrero; contamos 90 individuos en un tramo de unos 5 km. Es un ave pequeña pero muy conspicua y fácil de contar porque es muy territorial (por lo general está en un solo lugar) y emite un sonido metálico desde la cima de los árboles. El ave más pequeñita fue una Estrellita Ventriblanca que por suerte detectamos volando, como una abeja, en un Eucalipto. Los Huiracchuros también estaban presentes en grandes cantidades; contamos 30 individuos. En un solo árbol se habían juntado siete de esta ave quiteña tan representativa! También muy bonito fue ver una pareja de Eufonias Lomidorados, por sus colores las ¨estrellas¨ del conteo, que normalmente son  difíciles de ver y solamente los escuchas en lo alto de los arboles. Al medio día llegamos al San Luis, y seguimos nuestra ruta por el Valle de los Chillos en dirección a Capelo. Aquí nos cogió el sol que brillaba muy fuerte y además la gente del Valle pasaba en sus autos con pitos y ruidos, pero continuábamos contando toda ave que escuchábamos o veíamos. A esta hora la mayoría de las aves se había refugiado, entonces pudimos avanzar rápido. Cuando estábamos perdiendo un poco el ánimo, de pronto vi una silueta grande en un árbol seco sobre el Río San Pedro; era un gavilán! Después de tomar fotos y observarlo muy bien, decidimos que podría ser un Gavilán Aliancho, una rapaz migratoria oriundo de Norte América. Posteriormente fue confirmada esta identificación. Llegamos a la Bocatoma cansados pero contentos de haber aprendido mucho y haber contribuido a la ciencia. 
El Gavilán Aliancho
Autor: José Paucar
Juan Guallichico, uno de los participantes y estudiante de la UCE, nos cuenta: ¨El Conteo Navideño de Aves es una actividad educativa muy importante para todo tipo de personas que quieran relacionarse mejor con la observación de aves dentro de la cuidad. Pues permite aprender mejor que tipo de especies frecuentan los alrededores donde viven las personas y como se deben observar y enumerar la variedad de especies, es muy valiosa también en especial para los estudiantes como medio sensibilizador y educativo ya que de esta manera valoraran mejor a las especies de aves que habitan en los espacios verdes urbanos de su ciudad¨.


Julie Watson, líder de ruta en el Sendero Ecológico la Vicentina, nos cuenta sobre su experiencia en esa ruta:
¨Llegamos al punto de encuentro en La Vicentina Baja; solamente 2 personas de la lista (lideres) y 2 amigos, nadie de los 20 inscritos. Sonó un trueno y se abrió el cielo a una tormenta tenaz. Fabio, el coordinador/cuidador del Sendero Ecológico La Vicentina nos llevó a una cueva para escampar. Al cabo de unos minutos nos percatamos que la cueva, en realidad, era un largo y misterioso túnel con agua subterránea corriendo por los lados. Este túnel era bastante peculiar, pues Fabio nos explicó que el mismo había sido construido por los Incas en le época pre-hispánica.
Julie y Fabio en el Túnel pre-hispánico

Cuando la intensidad de la lluvia bajó, salimos del túnel y nos sorprendieron cerca de 20 Huiracchurros mojados disfrutando de un poco de plátano y maíz en uno de los alimentadores. Estuvimos disfrutando de un espectáculo que nos brindaron los Huiracchurros saltando de rama en rama, jugando entre ellos a robarse la comida; cuando de pronto el mismo alimentador fue el punto de encuentro de muchas mas especies de pájaros: un Matorrallero Aliblanca, una Tangara Azul y Amarillo y varios Gorriones y Tórtolas orejuda. 
Huiracchuro macho
autor: Julie Watson

Al terminar la lluvia, pudimos caminar por otros senderos al borde del río Machángara, y tuvimos la suerte de observar una Reinita Crestinegra camuflada en unos arbustos densos. Escuchamos un ´tuit´ que nos hizo regresar la mirada y encontramos a un Torito Chico, y un pequeñito Estrellita Ventriblanca,  chupando el néctar de una flor. Fabio nos mostró varios árboles y frutas que se sembraron en ese lugar unos años atrás para recuperar la flora antigua (nogal, macadamia, aguacate y guaba).

El atardecer nos sorprendió con sus resplendentes colores y el cielo se hizo llamas durante el camino de regreso. Terminamos el día con brillo en nuestros cachetes, eufóricamente felices de la experiencia¨.

En el nuevo año 2020 conoceremos los resultados de todo el conteo en las rutas por todo Quito y sus valles; desde el Ilaló, hasta el parque Metrosur, el Teleférico y el Zoológico Guayllabamba. Además de contribuir a la ciencia, lo más importante fue que muchas personas pudieron acompañarnos por primera vez en la observación de aves. Gracias a todos por levantarse tan temprano un domingo!!