Domingo 7 de julio 2019. El despertador suena a las 5: 30. ¡Demasiado
temprano para un domingo! Pero hoy es un día especial; la esperanza de ver Cóndores en su día nos
hace vencer la pereza. Desayunamos rápido, paseamos a nuestras mascotas y
cogemos taxi y dos buses para llegar a Tambillo. Ahí nos encontramos con el bus
ya con el resto de pajareros emocionados por ir a buscar el símbolo nacional de
Ecuador.
Cuando pasamos por Chaupi la neblina se acerca y no permite
ver nada del paisaje. El clima sigue así en el Parque Nacional Cotopaxi,
nuestro destino. Cuando estamos llegando a la laguna de Limpiopungo alguien
grita “¡Cóndores!”. Rápidamente tomo mis
binoculares, que aún están en la mochila, un pecado para cualquier pajarero.
Los binoculares siempre deben estar al alcance de la mano. Logro bajar rápido
del bus y vemos cuatro Cóndores (Vultur gryphus)
volando con un Gavilán Variable (Geranoetus
polyosoma) tratando de echarlos de su territorio. Dos de ellos bajan a
percharse por unos minutos en una pendiente para luego retomar el vuelo.
Cóndor con su collar blanco Foto: Carlos Vásquez |
Vuelve la neblina y los Cóndores se esconden tras ella. Aprovechamos
para hacer una pequeña ceremonia para pedir permiso a la Pachamama de entrar a
la montaña. Henry Navarro lidera esta labor, entregamos una ofrenda de pétalos
de rosa, maíz y obsidiana, el grupo se siente con energías y el páramo nos
corresponde.
Ya en Limpiopungo podemos apreciar a las Gaviotas Andinas (Chroicocephalus serranus) y patos que viven
ahí. Siempre me agradan las gaviotas, me recuerdan del mar y de mi patria (Holanda)
aunque estemos en pleno páramo. Me gustan sus colores simples pero
contrastantes, su carácter atrevido y la bulla que hacen en la colonia.
Mientras rodeamos la
laguna podemos observar nuevamente a los Cóndores. ¡Se forma un grupo de ocho individuos
volando! Es casi demasiado bonito observar ocho individuos de esta ave tan rara
y en peligro de extinción. Debe haber carroña cerca, quizá un caballo. Los
caballos ferales pasan el día comiendo la hierba del páramo en grupos cerca de
la laguna.
Foto: Carlos Vásquez |
También observamos aves comunes del páramo: un precioso Canastero
Flamulado (Asthenes flammulata) cantando con tanta fuerza que su pequeño
cuerpo tiembla, las dos especies de Chungüis (Cinclodes albidiventris y C. excelsior), un Pitajo Dorsipardo (Ochthoeca fumicolor) cazando insectos en el aire y macho y hembra del Fringilo
de Pecho Cenizo (Phrygilus unicolor).
Chungüi (Cinclodes albidiventris) Foto: Carlos Vásquez |
Varios Patos Andinos (Anas andium) se encuentran forrajeando en la laguna, que esencialmente no es más que un pantano profundo. Es la primera vez que puedo observar tan de cerca su plumaje sutil de diferentes tonos de café arreglado en un patrón de puntos en su pecho ¡Hermosos!
Pato Andino Foto: Carlos Vásquez |
Casi llegando a la mitad del camino detecto otra vez tres reyes
de los Andes volando, uno de ellos es un juvenil. Esta vez están sin contraluz
y contra la vegetación, lo que resalta el blanco y negro de sus alas y su
collar blanco. Como dijo Carlos Vásquez, compañero del grupo, ¨volaban como en
coreografía¨. Parece que quieren impresionarnos con su vuelo, tan ágil y suave
como si no pesaran nada. Un espectáculo que no olvidas en tu vida.
Cóndores en coreografía Foto: Carlos Vásquez |
Casi completamos el recorrido por la laguna y el camino nos
guía a los pequeños islotes donde anidan las Gaviotas Andinas, que en época de
reproducción tienen una capucha negra. Por lo menos seis polluelos de
diferentes tamaños y plumajes están en sus nidos que no son más que espacios aclarados
de vegetación. Dos de los pollos tienen su primera lección de natación entre los
islotes.
Gaviota Andina Foto: Carlos Vásquez |
Unos Ligles, nombre onomatopéyico para Vanellus resplendens, están
en el páramo como despedida. Es hora de subir al bus y regresar a la vida
normal. El corazón está contento de
tanta maravilla.
Foto: Héctor Cadena |
Gracias a Edison Ocaña y Héctor Cadena por la guianza, al
Colegio de Ciencias Biológicas de la Universidad San Francisco (USFQ) a través de
Diego Cisneros por el transporte y a todos los que aportaron. También gracias a
las personas que nos acompañaron; además de ver Cóndores fue grato volver a ver
amigos pajareros y conocer a nuevos.